Durante más de un año, el futuro del líder de Hamás, Yahya Sinwar, se ha entrelazado profundamente con el desarrollo de la guerra en Gaza. Sinwar fue el arquitecto del ataque devastador de Hamás contra Israel en octubre del año pasado, un asalto que resultó en la muerte de hasta 1,200 personas y la captura de cerca de 250 rehenes. Este ataque desencadenó una represalia israelí masiva, que ha cobrado la vida de decenas de miles de palestinos y ha arrasado gran parte de la Franja de Gaza.
Se le consideraba la figura clave detrás de la resistencia de Hamás, que se negaba a rendirse, incluso frente a los ataques aéreos continuos y la invasión terrestre de Israel que devastaban el territorio y desplazaban a la mayoría de su población. La supervivencia de Sinwar se convirtió en un obstáculo significativo para que Israel pudiera declarar victoria; su mera existencia era prueba viviente de que Hamás, aunque severamente golpeada, seguía en pie.
Ahora, tras la muerte de Sinwar, la posibilidad de alcanzar algún tipo de tregua en Gaza parece más accesible, proporcionando tanto a Israel como a Hamás un pretexto para moderar sus posturas, según los análisis de expertos israelíes y palestinos. Sin embargo, persisten grandes obstáculos, y cualquier solución en Gaza tendrá un impacto limitado en el conflicto más amplio entre Israel y los aliados regionales de Hamás, como Hizbulá.
Las negociaciones para un alto el fuego y un acuerdo que permita la liberación de los rehenes se han estancado en parte debido a la postura intransigente de Sinwar, quien defendía un acuerdo permanente que garantizara a Hamás la conservación del poder en Gaza tras la guerra. Esta posición maximalista estaba en total desacuerdo con la visión de Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí, quien solo buscaba una tregua temporal que le permitiera a Israel reanudar las hostilidades en cuestión de semanas, con el objetivo de evitar la supervivencia de Hamás a largo plazo.